De esto que un día te levantas y te tropiezas por casa con unas semillas que alguien pidió en algún momento por alguna página de internet. Los nombres de las semillas estaban escritos en "inglés", pero logramos descifrar algo: fresas azules, arce y el extraño nombre de un tipo de verdura asiática. Además teníamos otras que eran sorpresa, es decir, que ellas no tenían nombre y nosotros no teníamos la menor idea.
La impaciencia nos pudo y bajamos al chino de al lado de casa a por cuatro pequeñas macetas y una bolsa de tierra. Ni cortos ni perezosos, decidimos enterrar bajo un montón de horrible tierra todas las semillas de cada cosa en las macetas.
Los días pasaron y allí nunca asomó nada... excepto de la maceta que contenía las semillas sorpresa, aunque eso ocurrió muucho más tarde. Lo que sí pasó fue que la tierra se llenaba de mosquitos y se encharcaba. Al parecer, todas las personas que han utilizado la tierra de las tiendas de chinos han tenido el mismo problema. Así que aqui está la tierra que nunca más volveremos a utilizar.